El nombre Calcita deriva de la palabra latina “calx”, como denominaban los Romanos al óxido de calcio.

La calcita cristaliza con estructura romboédrica. Otras variedades próximas lo hacen con estructura rómbica (por ejemplo, la Aragonita) o hexagonal (Valerita). Estos dos últimos minerales, al calentarse se transforman en calcita.

La calcita se presenta en la naturaleza de formas muy variadas, pues sus cristales pueden tener hábito prismático, romboédrico, escalenoédrico o tabular. Son también frecuentes los agregados granulares, paralelos, columnares y laminados. En las rocas es compacta y carece de forma cristalina.

El color es muy variado: blanco, rosado, amarillento, pardo o verde. Algunas variedades, como el Espato de Islandia, son incoloras y transparentes. El brillo es vítreo y sedoso.

La calcita es blanda, ocupa el tercer lugar de la escala de Mohs; su peso específico es de 2,72. Calentándola al soplete a 900 grados centígrados y presión normal, se divide en óxido de calcio y anhídrido carbónico. Se disuelve con mucha facilidad en ácidos muy diluidos (por ejemplo agua fuerte) y en agua que contenga anhídrido carbónico se disuelve y transforma en bicarbonato de calcio.

En España es muy importante en sus múltiples variaciones. En Asturias,  la encontramos en Peñamellera, Cabrales y Cangas de Onís. En toda la comarca de los Picos de Europa, donde también hay numerosas cavernas donde se producen las estalactitas y estalagmitas.

La calcita es un producto muy bello pero al ser tan blando no se puede usar en joyería y prácticamente en ningún producto de la construcción, pero es muy interesante para obtener el calcio, tan necesario para nuestro organismo.